domingo, 6 de marzo de 2011

domingo

el primer ser humano que se descubrió a sí mismo postrado de rodillas y suplicando clemencia debió darse cuenta con sorpresa de que lo que acabava de hacer era algo tan importante y a la vez tan imprescindible, que supo de inmediato que cambiaría la vida de todos los que llegamos depués de él. Debió explicar que un sentimiento de desesperación se había apoderado de él y que creyendo que era seguro que el cielo iba a caer sobre su cabeza, humildemente pidió a ese cielo amenazador una segunda oportunidad y como pago ofrecía lo único que le pertenecía: su propia vida. Apuesto a que el deseo le fue concedido y descubrió maravillado que si estás dispuesto a dar todo lo que tienes,a cambio tendrás fe y esa fe, la de verdad, la que te impide sucumbir al dolor y te hace seguir viviendo, la que te da esperanza, te da aliento, te calienta el corazón, es justo la que mantiene el cielo en su lugar, lejos de nuestras cabezas.

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